EL MINIMALISMO NO ES TACAÑERIA

Published by Maria T on

minimalismo y tacañeria

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Cuando mis amigas escuchan que no voy a comprar algo muchas veces creen que soy tacaña, porque saben que poseo el dinero para comprarlo pero que me abstengo de hacerlo. Realmente no caigo tan fácil en satisfacer mi gusto del momento y lo pienso lo suficiente y hasta cuatro veces para comprar algo. Pero siempre está la pregunta fundamental ¿lo necesito?

 

Actualmente hemos equiparado la idea de riqueza y felicidad con gastar más y más.  Yo también pensaba que ser rico era poder salir de compras y gastar sin pensar en el dinero. Trabajaba mucho pero al mismo tiempo me privaba de ciertas comodidades por miedo a  gastar, por miedo a quedarme sin dinero.

 

Cuando llegue a la edad madura, bueno a los 30, comencé a pensar en lo que verdaderamente importaba a la hora de gastar para mí.  Pensaba si valía la pena trabajar tantas horas y sacrificar mi tiempo con el fin de tener más dinero.

 

A los 27 empecé a rodar por el mundo. Vivía en lugares pequeños, baratos y compraba objetos de segunda para mantenerme dentro del presupuesto. Cuando comencé a analizar mis prioridades de vida me di cuenta de que no era suficiente ganar mucho para vivir bien, pero tampoco se trataba de vivir de las rebajas o los objetos usados.

 

Cuando por fin me fui a vivir a mí propia casa, a eso de los 34, ya tenía casi todo lo necesario: una cama, una silla, un espejo, una licuadora, trastos de cocina, un sofá.  Sin embargo tenía una lista de cosas por comprar: quería que mi hogar se viera como las casas de revista. Entre aquella lista de indispensables estaba una nevera, el único electrodoméstico que me faltaba. Pensé dejar la compra para final de año ya que casi no comía en casa. Pero cuando se llegaron las vacaciones decidí no comprarla. Pues, me puse a pensar, me la pasó tres días fuera de la casa y compro comida fresca, no tiene sentido comprar una nevera que esté conectada todo el tiempo para guardar un huevo, una zanahoria y mi miel de panela. Era un gasto sin urgencia. Y hasta hoy, por vivir con la maleta en la mano no he comprado nevera.

 

No es tacañería. Se trata de priorizar y ver que es funcional. Por ahora no la necesito. Cuando decida quedarme quieta compraré una. Mi decisión se basó en mi estilo de vida y mis prioridades. No es tacañería, es funcionalidad que tiene una buena consecuencia: ahorro de energía.

 

Pero para algunas personas es difícil entender estás diferencias entre lo que es importante y lo que es prescindible. Dejar de comprar como resultado de un acto consciente y analítico es muy distinto a dejar de comprar por “amarrar el dinero”.

 

El problema es que tomamos decisiones desde el consumismo y no desde lo fundamental: nuestra idea de felicidad. Cuando comprendemos que lo importante no es hacer lo que los demás hacen en las redes sociales, sino actuar desde nuestros valores y emociones más profundas podemos decir NO a todo lo que no importa.

 

LOS TACAÑOS

Creo que alguna vez habrás visto ese programa de tacaños extremos. Lo veía antes de regalar mi tv y me quedaba sorprendida de la cantidad de cosas raras que la gente hace para no gastar. Creo que eso solo se les ocurre a los gringos que están un poco más locos jajaja. Cosas como bañarse con la ropa puesta y usar el agua que sobra para lavar la ropa, buscar comida en los basureros de los restaurantes o conseguir trabajo cuidando casas para no pagar renta. Realmente no sé cómo hace esta gente y que recursivos son, pero no creo que sea el estilo de vida de muchos de nosotros.

 

Estos tacaños extremos están obsesionados con no gastar dinero y sienten que cuando pagan mucho por algo, estarían dando más de lo que vale. Por eso prefieren comprar objetos de segunda o de mala calidad solo por mantener más dinero en su bolsillo.

 

Todos nosotros debemos conocer algún tipo de  tacaño: el que se va de fiesta con los amigos pero no pone un peso para el licor, la tía o la abuela que no compran ropa desde hace veinte años y se la pasan remendando cualquier roto en la ropa; el novio que no gasta ni un helado o el marido que piensa que todo está muy caro; el que sale de compras y pide descuento hasta en la hora; el que ordena un solo plato  en el restaurante para dos.  Hay para todos los gustos.

 

Creo que hay comportamientos típicos de los tacaños:

 

  • Los tacaños normalmente van en busca del precio más bajo, no les importa si dentro de unos meses deben volver a comprar lo mismo porque se fijan más en el precio que en la calidad. Es curioso que tratan de ahorrar centavos reduciendo calidad lo que los hace comprar más, es decir, gastar más dinero. Por ejemplo, compran unas pilas económicas que duran solo un mes, cuando otras, de mejor marca, pueden durar hasta 6 meses. Yo recuerdo que compraba zapatos de 10 dólares, por ser muy bonitos y baratos, que duraban una estación y ya no servían más! Me da pena conmigo misma, pero aprendí la lección.

 

  • Hay tacaños que son felices comprando en las promociones y que se llenan de cosas solo porque estaban baratas. Entonces  poseen una cantidad de objetos inservibles y que duran muy poco. Compran y guardan para reparar o porque puede ser más adelante para otra cosa. Por eso mismo, creo que los tacaños tienden a volverse acumuladores. Tengo tías que no rompen las bolsas de regalo y las guardan por años, en caso de necesitarlas para empacar un regalo. La cuestión es que nunca van a fiestas o celebran ocasiones especiales, por lo que nunca reutilizarán sus hermosas bolsas.

 

  • Al tacaño le encanta recibir, que le regales pero no da ni suelta nada, no quiere perder lo que tiene.

 

  • Cuando le prestas algo a un tacaño, no lo devuelve y si lo reclamas, te trata de tacaño e insinúa que los has tratado como un ladrón. Y sí tú le prestas algo a él, te lo reclama rápidamente.

 

  • Los tacaños siempre se quejan del dinero. Pueden tener una bóveda con monedas de oro como Rico Mcpato y se sienten pobres. No dan ni limosna en la iglesia y solo hablan de dinero para decir que no tienen, que todo está caro y que la situación económica en general va mal.

 

Yo creo que todo esto ocurre porque los tacaños sufren de una sola cosa: MIEDO. Temen perder su dinero, temen que el dinero no les alcance, inclusive los ricos que son tacaños, temen ser pobres por lo que andan tratando de hacer más dinero.

 

Ese miedo a ser despojado de lo poco que tiene crea su apego por las cosas y por el dinero. Aunque tendemos a asociar la tacañería con el dinero, va más allá. Una amiga dice que “el hombre que es tacaño con el dinero es tacaño con sus sentimientos y todo lo demás” y es cierto. La tacañería no es sólo financiera, también es emocional.

 

Hay personas que temen mostrarse como son y mostrar sus afectos. Creo que todos hemos conocido un colega de trabajo que no reconoce el trabajo del otro, que le cuesta felicitar a los demás, que hace comentarios envidiosos y se vive quejando de la actuación de los demás. Puede ser también un esposo que ya no tiene palabras bonitas para su mujer, le niega besos o un cumplido cuando ella se ve bien.  Pero este es otro problema. Aquí estoy tratado de mostrar que ser minimalista no es ser tacaño.

 

Resumiendo, el tacaño está enfocado en no gastar para mantener del dinero junto a él, ¿para qué? No sé. Quizás para no sentir el miedo de no tener. Sin embargo, un montón de dinero acumulado sin uso tampoco tiene utilidad. La finalidad del dinero es su intercambio por algo más, si se queda solo en la cuenta del banco, al único que hará feliz será al banco.

 

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El MINIMALISMO

El minimalismo tiene un enfoque diferente. Recordemos que el tacaño tiene miedo a perder, prefiere lo malo para ahorrar unos centavos y se quejan porque cree que no tienen suficiente. El minimalismo por su parte, le interesa calidad sobre el precio, la utilidad sobre el lujo y la eficiencia sobre la cantidad.

 

Quizás conozcas pocas personas minimalistas que has llamado tacaños. Muchos de nuestros abuelos podrían ser vistos como tacaños: en casa solo habían los muebles necesarios, la ropa necesaria para trabajar el campo y salir a misa el domingo, a lo sumo un par de zapatos y eso sí, abundancia de comida. Creo que muchos de nuestros abuelos eran unos buenos minimalistas porque vivían con lo que realmente necesitaban y les brindaba comodidad. Si los zapatos tallaban, ¿cuál era el punto de tener más?

 

La principal característica del minimalista es priorizar, conocer que es lo realmente importante y tomar decisiones en base a ello.  Cuando tienes claras tus prioridades todo es más simple. Es más sencillo decir NO a comprar cosas que solo vas a usar una vez y luego desechar; es más fácil decir SI a lo que te hace feliz sin importar que digan los demás.

 

Lo que pasa es que tendemos a asociar el minimalismo con una casa de paredes blancas y muebles negros; a personas que visten de negro o a personas que viven en los extremos de la frugalidad. Pero el minimalismo va más allá de un estilo de decoración o una forma de vestir. En verdad no importa como vistes o de color sean los muebles de tu casa.

 

El minimalismo es un estilo de vida que te permite deshacerte de lo que no necesitas y quedarte con lo que te hace sentir realmente bien.  No hay una regla entonces definida de lo que debes o no tener, porque las prioridades son diferentes para cada persona.

A diferencia del tacaño el minimalista:

  • Compra objetos de calidad, que puedan perdurar mucho. El precio no es lo importante, es su utilidad a lo largo del tiempo. El precio es justo si la calidad es buena.
  • No posee un apego por las cosas. Cuando posees muchas cosas pierdes tiempo en compras, ordenándolas y limpiándolas, es decir te vuelves esclavo de los objetos. El minimalismo prefiere la libertad del tiempo, de poder usar el tiempo de una forma más valiosa que acumulando objetos.
  • Prefiere la simplicidad y no tiene miedo a perder lo que tiene porque sabe que lo importante no son los objetos.
  • Sabe que el dinero es una posesión que permite adquirir algo más importante que muebles o cuadros: experiencias de vida.
  • Sabe que los objetos no compran felicidad.

 

Me gusta el minimalismo porque es una estilo de vida consciente, consciente de lo que de verdad te hace feliz.  No se trata de botar o regalar todo lo que tienes sino de quedarte con lo que más amas. De comprar y usar lo que necesitas no lo que te dicta la moda.

 

Además esto conlleva a beneficios económicos porque al priorizar tus gastos ahorras más dinero para hacer lo que más te gusta. En resumen, el minimalismo te da más libertad.

 

Porque el minimalismo no es tacañería

Pongamos un ejemplo, no tengo auto porque siento que no lo necesito, es mi análisis minimalista. Si deseo quedarme hasta tarde en la noche con mis amigos no hay problema, tomo un taxi. Si fuese tacaña, me quedaría solo hasta la hora en que pasa mi última ruta de bus, que vale diez veces menos que una carrera de taxi.

 

La tacañería se basa en el miedo a perder y en el miedo a carecer.  El minimalismo se fundamenta en liberarse del apego a las cosas y tomar control en todos los aspectos de tu vida. Dejar ir para ser libre.

 

Hay quienes no se atreven a asumir el minimalismo por esta razón, por considerar que deben volverse tacaños. Lo cierto es que no. El tacaño se priva de hacer o tener algo por miedo a quedarse sin dinero. El minimalista deja de lado lo que no le sirve y puede continuar hacia adelante sin remordimiento porque sabe que no lo necesita.

 

Creo que esa es la lección más grande del minimalismo es liberase del apego por las cosas, entender que no necesitamos de todo para ser feliz, sino que necesitamos comprender que es lo que realmente nos hace feliz para definir que necesitamos.

 

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Categories: MINIMALISMO

Maria T

¡Hola! Soy Maria T y ayudo a mujeres como tú a expandir su éxito financiero. Si deseas más tranquilidad, más organización en tus finanzas, dejar de cometer los mismos errores con el dinero una y otra vez, evitar que tus emociones te controlen y parar seguir en trabajos porque te toca déjame guiarte.

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